Internacional

EL DEPORTE, EL HOMBRE Y EL PODER

Rusia se quedó sin Gran Premio de F1
Rusia se quedó sin Gran Premio de F1

 

Sin lugar a dudas el deporte tiene una muy buena reputación entre los seres humanos. ¿Pero qué significa el deporte para el poder? Esta actividad, en teoría lúdica, nació con doble filo. Desde sus inicios esconde una disputa, ya que las gestas deportivas nacen como duelos muchas veces sangrientos que definían el poderío de un Rey, Noble o quien quiera demostrar algo sobre su rival.  
 
Pese al paso del tiempo, nada ha cambiado demasiado. Hoy el deporte, encubierto en el espíritu de la sana competencia, no deja de ser una herramienta más de las utilizadas por quienes ostentan el poder. Y pese a todos los intentos por ocultarlo, esta nueva guerra lo deja, una vez más, en evidencia. 
 
Surgen un sin fin de consecuencias en el mundo del deporte desde que Rusia invadió Ucrania. La Federación Internacional de Fútbol ha sido tajante y prohibió la participación de equipos rusos en disputas internacionales; el Comité Olímpico Internacional hizo lo propio en las competencias que organiza y la Federación de tenis siguió el mismo camino. 
 
Ahora bien ¿qué pasa con el deporte motor?  
 
En los últimos días el presidente de la Federación internacional del Automóvil, Mohammed ben Sulayem, anunció que los pilotos rusos podrán participar en las competencias organizadas fuera de Rusia, siempre que lo hagan representados por la bandera de la entidad madre del automovilismo y no por la rusa. Pero los equipos e instituciones rusos si quedan vetados de la competición.  
 
Si bien la FIA permite que corran los pilotos rusos, hay varios países que ya indicaron que en sus territorios no podrían hacerlo. ¿Por qué? Porque el poder así lo determina, y si hay un lugar donde el poder económico manda es en el automovilismo. 
 
Equipos que cuentan con publicidades de empresas rusas no podrán exhibir las mismas, entonces, cómo podrían correr. El Gran Premio de Rusia de F1, que estaba previsto para el 25 de septiembre, ya fue cancelado. Nikita Mazepin, quién era el piloto que aportaba el dinero suficiente para la supervivencia del equipo Haas, también fue desplazado por la escudería, que nada más ni nada menos es de origen estadounidense. El poderoso equipo Kamaz, líder indiscutible en la categoría de camiones en el rally raid y dominador del Dakar en las últimas décadas, tiene el futuro comprometido en este tipo de competencias. El WTCR anuló la fecha de Sochi y la Federación Británica de Automovilismo vetó a pilotos rusos y bielorrusos para correr en Inglaterra. 
 
No quedan dudas que la Federación internacional del Automóvil fue de todas las federaciones la menos drástica, y probablemente la más coherente con respecto del espíritu del deporte, ya que permite a los a los deportistas poder desarrollarse en su actividad.  
 
¿El deporte y la política deberían ir por caminos paralelos? A lo largo de la historia se han entrelazado muchas veces. Los mismos Juegos Olímpicos, donde el espíritu deportivo manda, así lo dejaron demostrado en tiempos de Adolf Hitler en Berlín del 36, en Moscú en los 80, o en Los Ángeles 84. Argentina lo hizo en el Mundial de fútbol de 1978, o bien se vivió en Sudáfrica cuando Nelsón Mandela clamaba por el fin del Apartheid. Ejemplos sobran, y hoy en día nada ha cambiado: Mazepin corría con la publicidad de Uralkali, empresa rusa de agroquímicos propiedad de Dimitri Mazepin (padre de Nikita). Para poder ejemplificar el poder de Mazepin, cabe aclarar que él mismo fue citado por Vladimir Putin dos días antes de invadir Ucrania para hacerle saber qué haría. A ese nivel está entrelazado el deporte y el poder. 
 
No sabemos la respuesta sobre el bien o el mal que hace la política al meter su cuchara en el deporte; pero si sabemos, desde hace mucho tiempo, que no todo lo que brilla es oro. 

 

 

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